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Falange Montañesa

EL FIN DE LA CIVILIZACION

EL FIN DE LA CIVILIZACION

Como señalaba el autor británico F. J. P. Veale, con la preponderancia americana en el mundo y su participación como iniciadores o beligerantes sin más en los modernos conflictos globales o locales se pone fin a lo que se podía llamar La Guerra Civilizada. Escenas como la redición de Breda no volverían a verse y serían sustituidas por la venganza total y el exterminio del adversario. El punto inicial de este proceder son los Juicios de Nuremberg donde se sientan las bases para que desde ese momento todo derrotado pueda ser eliminado sin tener en cuenta el cumplimiento de órdenes y donde los propios vencedores se erigen en jueces y verdugos en pantomimas que avergüenzan al sentido común y a los fundamentos del derecho al no caber posibilidad de recurso ante ninguna otra instancia. Las imágenes de dirigentes del bando perdedor, algunos caballeros como Keitel, Jodl, Ribbentrop y algún otro, cuyo pecado fue dirigir un periódico antisemita, aunque no tuviera más relevancia en el Reich, tirados en un camastro con la cuerda con la que fueron ahorcados al cuello como si de vulgares cuatreros se tratase, empezó a ser moneda corriente en las conflagraciones y las posteriores venganzas hasta el día de hoy.

Las democracias se han pasado medio siglo pasado y lo que llevamos de éste manteniendo el mundo en guerra permanente, eso sí, cuidando la parafernalia y la puesta en escena al máximo. No debe faltar el visto bueno de esa covacha de ladrones y criminales que es Naciones Unidas para revestir de legalidad lo que sólo es crimen y expolio. Ya no se declaran las guerras, simplemente se decide cómo, cuando y dónde se empiezan, en cumplimiento, claro, del mandato nº tal de la ONU.

Es curioso como la gran potencia democrática y sus satélites coloca o permite que se coloquen tiranuelos por el mundo, a los que apoya, arma y mantiene hasta que dejan de serle útiles y procede a, en defensa de la libertad, la democracia, los Derechos Humanos y demás sarta de mentiras, borrarles del mapa, con la destrucción de países y control de sus riquezas incluído.

Las acciones en Iraq fueron vergonzantes y sirvieron para eliminar un aliado que, al menos para occidente era una garantía para que los extremistas religiosos no fueran un peligro para nosotros. En cuanto a los Derechos Humanos, comparado con las dictaduras Kuwaití o Saudí, Saddam no pasaba de ser un novato. Irak destruído, en manos de sujetos de dudosísima reputación y sus riquezas y reconstrucción en manos de los defensores de la libertad. Una cosa es meridianamente clara, los iraquíes no viven mejor que con Saddam, al que sin armas de destrucción masiva ni nada por el estilo se le vio capturado, registrado como un animal, humillado y ejecutado sin la menor garantía jurídica, todo tutelado por los acrisolados demócratas que no mucho antes compadreaban con él.

Y llegamos a Libia. No sólo no se declara la guerra sino que suceden como si realmente no estuvieran pasando. Hemos asistido a una guerra casi sin imágenes, al menos de los verdaderos combates o, más bien, tiro al pichón de las fuerzas de la OTAN. Eso que se vienen llamando "rebeldes" no han sido más que la horda que pasaba a ocupar lo que la aviación democrática dejaba como un solar. Las manadas de chacales tirando tiros al aire sólo eran la culminación de la masacre de un ejército potentísimo que no necesita estar sobre el suelo para deshacer las modestas fuerzas armadas libias. Gadafi era un tirano, llevaba 40 años siendo un tirano y no parece que nada hubiera cambiado para que los franceses, verdaderos instigadores de toda esta tramoya, tuvieran que esforzarse ahora por preservar los Derechos Humanos. Y se repite la historia, Libia destruída, sus riquezas enajenadas, Francia se ha asegurado el control de más del 30% del petróleo libio, y el dictador apresado como un animal, tratado como tal y asesinado como un perro con los parabienes de la Democracia por los figurantes de un nuevo régimen que, con toda seguridad, serán mucho más corruptos que el anterior régimen y que posiblemente desemboque en la toma del poder de los verdaderamente extremistas radicales islamistas. Claro que, las potencias democráticas no sabían que Gadafi iba en el convoy e investigarán las circustancias de su muerte; no está claro si el portavoz mantuvo la compostura o se le aflojó la risa. Se imaginan a Gadafi teniendo que declarar y explicar sus relaciones con los países que se unieron para provocar su caída con cuyos líderes, incluído el rufián que aún nos preside, se ha fotografiado bien recientemente. Pedirán una aclaración e investigación de las circustancias de su muerte, casi me da la risa a mí. Será la horda, la indignación  del pueblo que se libera, el inconmensurable gozo de la democracia y la libertad recién adquiridas.

Una sola consideración, ¿nos damos cuenta de que en 39 años de dictadura España sólo participó en una guerra, la de Ifni, rápida y silenciosa donde España fue atacada? ¿nos damos cuenta de que también se participó en la de Vietnam con un contingente médico? Y por último, ¿nos damos cuenta de que en 35 años de democracia España ha ido por medio mundo de guerra en guerra? porque los Balcanes fue una guerra, Afganistán otra, Kuwait más de lo mismo, Iraq, y ahora, Libia, porque España ha sido palanganera de nuestro enemigo secular, Francia, en esta barbaridad. Resulta curioso que el socialismo español sea responsable de la mayor parte de los conflictos armados en los que España se ha visto envuelta, eso sí, bajo el paraguas de la legalidad que unos truhanes le han deparado.

Cuando Adolf Hítler derrotó a Francia se condujo de manera honorable con los emisarios encargados de aceptar la capitulación, incluso permitió a los franceses formar un gobierno autónomo en una parte importante del país ocupado así como mantener sus colonias y su marina de guerra. Con el predominio de las democracias, la ignominia, el crimen, el despojo, el descarado expolio y la negación de todo fundamento jurídico. La fotografía de Gadafi acosado, torturado y asesinado por sus captores es el retrato de unas formas y de un tiempo donde la civilización ha terminado. Viva la libertad y viva la democracia, con minúsculas.

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