AGUJEROS EN BOTINBURGO
Estimados lectores, muy buenas noches. Desde Botínburgo, la antigua, noble, leal y muy smart Villa de Santander, damos cuenta de un prodigio acaecido en nuestra inteligente ciudad. Si durante cuarenta años de oprobiosa dictadura y casi otros cuarenta de no menos oprobiosa democracia nunca se dio nada igual en dicha calle, ha bastado que el Smart Alcalde mudase el nombre de la calle General Mola por el de un cabo de su ejército becado por el mismísimo Adolfo Hítler, para que se haya desatado un fenómeno paranormal imposible de explicar de manera racional. Si desde aquí apostábamos porque al Glorioso General no le hubiera importado la canallada perpetrada por el hijo de la burguesía que Mola ayudó a salvar, ahora, tenemos que poner esta afirmación en cuarentena. Y es que el enorme socavón aparecido de la noche a la mañana en su calle es para tomarse la cosa muy en serio. Puesta esta redacción en contacto con Iker Jiménez y su equipo de profesionales del más allá, nos han confirmado de fuentes dignas de todo crédito que se ha conseguido entrevistar a D. Emilio Mola, que en gloria está, por medio de la oui-ja y se ha negado a contestar a esta cuestión en uno u otro sentido, lo que aumenta mucho más la confusión.
No está acreditado que D. Íñigo se encontrara en el Real Sitio en el momento del fenómeno y si alguna fuente lo situaba en el Tíbet presentando al Dalai Lama la última aplicación para móvil que permitirá a todos los ciudadanos de Botínburgo conocer en tiempo real la disponibilidad de los mingitorios situados en los parking subterráneos de la capital, otras lo hacían en el muy marinero estado de Wyoming vendiendo la moto de la regata de vela del año por venir.
Lo que sí hemos podido recoger es el testimonio de varios viandantes que al pasar por delante de la Casa Consistorial aseguran haber oído lo que parecía la voz del rumboso Concejal de Urbanismo, César Díaz, que se desgañitaba en expresiones tales como “aquí nadie mueve una palada de tierra o hace una zanja sin mi consentimiento” “pero quién se cree ese espadón que es”.
En las oficinas del poder municipal, sitas en el cercano Paseo de Pereda 9, no ha gustado nada el hecho; “hacer un smart hole dentro del “ring” cultural y a escasos metros del catalizador de la vida cultural botinburguesa que creará 600 puestos de trabajo directos, además de sinergias como ya avanzó su pizpireta directora, no es de buen gusto y mucho menos un gesto amistoso”, han reseñado. Aún así se pudiera estar valorando ofrecerle al difunto General la posibilidad de hacerse “Amigo del Centro Botín”, de manera que pueda desde su ordenador personalizar alguna de las placas de cerámica que forrarán el antro diseñado por Renzo Piano y, a su vez, portar el pin que reproduce una de esas placas y que servirán para que los gilipollas puedan reconocerse entre sí por la calle. Todo ello si renuncia a continuar la labor de zapa en la que fue, es y será su calle. Tras acudir con la propuesta al equipo parapsicológico habitual del señor Jiménez parece que el también Duque de Mola ha declinado el primer ofrecimiento pero se ha mostrado receptivo al segundo, declarándose verdaderamente ilusionado por ostentar el pin habiendo ya desprendido su Cruz laureada de San Fernando para dejarlo sitio.
Por su parte el burgomaestre Íñigo se ha declarado dispuesto a hacer entrega al espectro del General de la aplicación para móvil por la que los botinburgueses pueden saber en cualquier momento qué sinergia está creando el Centro Botín a la vez que interactúa con el Espacio Pronillo con música de Mario San Miguel de fondo, una cocada, vamos.
Hasta el momento en que todo quede aclarado y confiando en la buena voluntad de D. Emilio Mola Vidal para evitar una desgracia que ninguna aplicación de móvil pueda evitar, se despide de ustedes su habitual corresponsal de Diario Azul Mahón en Botínburgo. BuEnas noches.
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