ADIC BAILA POR SEVILLANAS
Hay hitos que se van sucediendo año tras año en las mismas épocas y que van dando cierto continuismo o monotonía al devenir de los tiempos. Así como el verano comienza oficialmente con “el posado” de cierta señora ya próxima a la tercera edad; la época navideña comenzaba con un señor calvo que traía la posibilidad de hacerse rico en un sorteo y que fue retirado por “franquista”; y así sucede con otros muchos sucesos y eventos. En este contexto hay un hito que ya se ha convertido en un clásico, que es el comunicado anual de la sucursal folclórico-festiva del PRC, ADIC, sobre la Feria de Abril que se promociona y celebra por parte de estamentos públicos y privados por estos lares. El victimismo de esta asociación formada por varios miles de socios, aunque a sus asambleas no van más de unas pocas decenas, raya lo patológico. Al socaire de la crítica por el abandono de las tradiciones y folclore cántabros pretenden la eliminación de cualquier símbolo, tradición y folclore de cualquier otra parte de España que pueda tener un hueco en un momento determinado en nuestra región, para mayor riqueza de sus habitantes.
Que los montañeses celebren festejos y tradiciones de otros pueblos españoles no sólo no es malo, sino recomendable; de todos modos cuando no lo quieran celebrar dejarán de hacerlo. Lo que ADIC debe preocuparse es porqué la celebración de una fiesta tradicionalmente andaluza atrae más gente que las que se pueden considerar tradicionalmente montañesas. Tienen que preocuparse de porqué nuestras tradiciones y folclore tienen que ser sostenidos obligatoriamente con dinero público cuando debieran mantenerse solas como expresión popular. Quizá porque son tradiciones de una parte pequeña de la población autóctona, de una parte rural que se ha perdido en los últimos 30 años y que, por ello, no le dicen nada a una parte muy importante de la población.
Por supuesto la solución no está en ofender y despreciar las manifestaciones culturales y tradicionales del resto de pueblos españoles, porque, aunque a ADIC le disguste, son también nuestras manifestaciones, algo que en la asociación regionalista no comprenden. Por ello es importante no sólo que nuestras tradiciones arraiguen en La Montaña, sino que también sean conocidas en el resto de España.
Se echa en falta la furibunda protesta de ADIC por la proliferación en mercados y mercadillos de tanto puesto senegalés, de tanto puesto de indios del altiplano, de tanto rap y tanto concierto de chunda chunda, mientras se escandalizan por las sevillanas, aunque a quien esto escribe no le gusten particularmente.
Desgraciadamente las tradiciones montañesas adolecen de defensores “homologados”, salvo algunos casos dignos de mención, que sepan conjugar región y nación, cantabricidad y españolidad, localidad y sentimiento nacional. ADIC defiende la Montaña paleta, la de boina y pito, aquella de la que más allá de la romería no hay nada. Este nacionalismo ridículo debe ser apartado y puesto en evidencia como lo que es, la pretendida vuelta al pasado más estéril de nuestra tierra, la exaltación del salto pasiego o el concurso de carga de ollas y su elevación a la categoría de manifestación cultural mientras escondemos a los grandes autores que han hecho brillar con luz propia esta tierra. Así, mientras en el pasado nuestras letras y demás ramas del arte y de la ciencia se compaginaban con los Coros y Danzas de la Sección Femenina en perfecta armonía, resulta que ahora viene una asociación “multitudinaria”, pero con escasa representación asamblearia, a decir que con los coros y danzas basta; claro que comparar a ADIC con la Sección Femenina es un insulto para aquella nunca bien apreciada institución. En resumen, la tradición y la cultura sin alas, en minúscula.
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santiago sanromá ariño -
Javier -