EL DEBATE. La película
Ya hemos pasado el primer round de lo que ya se llama El Debate, a secas; aún queda una segunda parte para el próximo lunes, que promete ser tan inútil, vacía y aburrida como la primera. En primer lugar, destacar que los protagonistas de semejante evento no sólo no son primeros espadas de la oratoria sino que más bien no llegan a la categoría de espontáneos; por ello calificar como El Debate a un cruce de obviedades y falacias del calibre de las vistas es bastante presuntuoso por no decir directamente esperpéntico. No, no era D. Emilio Castelar, ni tampoco D. Antonio Maura, Azaña, Calvo Sotelo o Primo de Rivera; sólo eran Zapatero y Rajoy, dos accidentes más de la política española que ponen su granito de arena para que el nivel político de nuestro país sea el que es y no haya esperanzas de mejora.
Zapatero, con su gesto de "pero cómo he llegado yo aquí", con su discurso hueco, sin ningún contenido y rayano en el cretinismo, evitando la contestación directa y saliendo por los cerros de Úbeda, como es norma habitual en él, pues ya se le puede preguntar cualquier cosa que él responderá con las estereotipadas sentencias a las que nos tiene acostumbrados, vengan o no al caso. Curioso el detalle de enseñar gráficos en la distancia imposibles de contrastar pero en los que a todo color vemos como todo lo malo sube con el PP y baja con ellos y viceversa; no se sabe de dónde salen los datos, por quién están confeccionados o si realmente se trata del índice de audiencia de la Cuatro. Debe ser estrategia de los asesores de imagen que tienen contratados, pues "Cool Hand" Solbes ya la utilizó en su careo con Pizarro.
Mariano es un maricomplejín que en cámara da la imagen de ser una vaca mirando al tren. Sus problemas con la "s" le hace perder mucho como orador, aunque, por supuesto, está a años luz del ciudadano Zapatero, cosa por otro lado nada difícil. No lo tenía difícil el bueno de Rajoy, antiguamente Raxoy, pues el legado del leonés sin patria es como para echarse a temblar pero aquí volvió a pecar de indefinición y como siempre ocurre en el PP, sus votantes se quedan con las ganas de saber lo que realmente van a votar cuando echen el papelito con las gaviotas en las urnas.
En fin, que teniendo en cuenta el dispendio en la realización del show saldría más rentable el que encadenaran las frasecitas que sueltan en sus mítines cuando se les avisa de que entran en funcionamiento las cámaras de televisión y las fueran alternando, total el resultado sería el mismo. Otra solución para animar el cotarro, que no para mejorar su nivel, sería llevar de mozo de espadas o de aguador al bueno de Llamazares, eso sí, con la cara pintada y una peluca. Nos podría explicar cómo es eso de que los soldados tienen derecho a pertenecer a sindicatos, suponiendo que para decidir en asamblea si acatan la orden del Capitán o la consideran improcedente y a la vez se pide el fusilamiento al amanecer de un General que, con honor, valentía y sentido hace un informe absolutamente respetuoso con la Constitución y al que se tacha de golpista; será que al alto mando, al que obviamente se le supone fascista, no debe tener derecho a libertad de expresión. pero en fin esto ya es divagar...
Ahora todo el mundo se dedica a pregonar a lo cuatro vientos quién ganó, cosa harto difícil de saber. Nosotros os vamos a decir aquí quién perdió sin ningún género de dudas. Perdió España, perdieron los españoles.
1 comentario
unidad -