DE CONGRESOS Y SAINETES
Es tiempo de congresos. Pasada la contienda electoral y tras la derrota, pese al aumento de sufragios, del Partido Popular, un terremoto de ocho grados en la escala Richter ha conmovido los cimientos de la organización centro-liberal-reformista-conservadora y social; no sé si me olvido algún adjetivo por lo que pido disculpas de antemano. El carismático líder centrista, Mariano Rajoy, ha decidido que esto no puede continuar así y que a la próxima tiene que ir la vencida y ha deducido que sólo lo conseguirá de la mano de Gallardón y de caras nuevas y no tan nuevas relegando a los anteriores pesos pesados del partido al purgatorio. El problema está que con esos nombres cosechó diez millones de votos con un determinado mensaje, mensaje al que ahora se ha dado la vuelta. Para que vuelvan banderas victoriosas al PP se prescinde de referentes morales del partido como Ortega Lara o la presidenta del PP vasco hasta ayer mismo. Veremos como el nuevo PP abandonará la compañía en la calle de la AVT, después de haberla usado y aprovechado de ella. Vamos, pues, a tener un PP más centrado y más centrista y también, como no podía ser menos estando Gallardón por medio, más miserable y más ruin. Un congreso esperpéntico con compromisarios elegidos por una mínima parte de los afiliados populares ha cerrado en falso un enfrentamiento que de momento queda larvado pero que sin duda se recrudecerá en el siguiente revés; revés que vendrá dado por las próximas elecciones autonómicas en Vascongadas. Mariano y sus nuevos chavales serán la garantía más sólida de Gobierno y Partido Socialista para hacer que los mayores problemas sean remansos de aguas plácidas. De momento llevamos meses sin que el PP haya hecho nada de las tareas que deba afrontar como principal partido de la oposición, papel que indignamente han dejado en manos de Rosa Díez.
Mariano sigue confiando en la estupidez y en el voto cautivo de sus electores. El tiempo nos dirá si siguen siendo tan insensatos y tan cobardes.
Por otro lado el PSOE también prepara su congreso. Este, en principio, será una balsa de aceite con la inapreciable colaboración de la derecha centrada. lo será también porque el grado de aborregamiento de las bases del partido hace que sean aun más cobardes que los electores de Mariano y sean incapaces de hacer enmendar a sus dirigentes las fechorías que contra España, la convivencia y nuestra seguridad vienen perpetrando. De momento el avance ha sido hecho por el iletrado José Blanco; lo de iletrado no lo decimos nosotros, que también, sino su "compañero" Joaquín Leguina, al que se le podrá reprochar otras cosas pero persona culta es. Dicho avance ha consistido en presentar el lema del congreso; ahí va: "La Fuerza del cambio". Apoteósico, homérico. Cada vez se estrujan menos el cerebro. Recuerda al slogan que utilizaron en la campaña de 1982 que supuso la primera victoria socialista y que decía algo así como "Por el cambio". Como para echarse a temblar. El cambio supuso: huelgas salvajes, reconversiones feroces, Principio del fin del sector ganadero, crímenes de estado bochornosos, triunfo de la cultura del pelotazo, paro galopante, inflacción desmesurada, apogeo terrorista, sospechosas expropiaciones que luego se regalaban a los amigotes y en definitiva, el mayor período de corrupción de la historia de España. A partir de ahí los socialistas han seguido fielmente el pensamiento de que el dinero público está ahí para ser manejado y utilizado por ellos a su buen entender y a fe cierta que lo hacen. Es obsesiva la manía que tienen todos por los coches caros y las viviendas de lujo y un mérito hacer que sus militantes no les pidan cuentas por ello. ¿Cuánto decían que cobraba el indocumentado Blanco? No, mejor no contesten, ni siquiera lo piensen, tendría el mismo efecto que media hora de programa de Losantos en ayunas.
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