MIRE QUÉ CHICHARRO TENGO, OIGAAAA
Otra vez toca vueltecita por las urnas y como es tradición ya empiezan las verduleras a ofrecer sus productos a grito pelado. Que tengo subida de SMI, oigaaa; veeean que frescas mis rebajas de IRPF, que parecen todavía viiiivas.
Es nauseabundo, es muestra del grado de desfachatez y de miseria moral que ha copado este país y que lejos de ser repudiado por todos, va enraizando en la vida pública de una forma irreversible.
Los titulares que se van sucediendo de manera milimetrada, periódica y constante, ofreciendo duros a peseta, 2ª Rebajas y precios de saldo, insulta a la inteligencia más limitada, y, sin embargo no hay reacción alguna. Es para creer que todo está perdido, que el pueblo español ha tocado fondo, ha cumplido su ciclo y ahora es menester que desaparezca por absoluta inanición.
El hecho de que un trilero como Zapatero pretenda comprar el voto de los españoles a precio de mortadela, sin que nadie tome el Palacio de la Moncloa, como si el de los zares se tratase, es muestra de que España ha sucumbido tras treinta años de progresivo envenenamiento. Ni los caciques en Galicia o Andalucía fueron tan viles y tan groseramente tacaños. Y no sólo eso, sino que además, y poniendo su ya mundialmente famosa cara de Tancredo, se sorprende de que haya un español que pueda pensar eso, porque los españoles han demostrado su ciudadanía y su compromiso con la democracia, con dos cojones, que decía aquél. De entrada, ciudadano lo es él, como buen siervo de la logia; aquí lo que siempre ha habido son españoles, ESPAÑOLES, con igualdad de deberes y derechos, al menos hasta que a partir de la nefasta Constitución del 78 se empezaron a sentar las bases de la desunión, de la desigualdad ante la ley y en derechos y deberes, de la confrontación entre las distintas regiones de España y entre los españoles, del emburrecimiento de los jóvenes, que ya no son más que “ciudadanos”, y así hasta llegar al panorama desolador que hoy podemos constatar.
El mero hecho de que un impresentable como éste dé coba a los “ciudadanos” es síntoma del embrutecimiento de nuestro pueblo, que o ya no distingue la realidad, o si lo hace es que ya todo le da igual.
A los que todavía nos queda dignidad nos gustaría mucho que con nuestros cuatrocientos euros se hiciera usted un canuto bien gordo y duro y a continuación se lo incruste usted en sálvese sea la parte, total ya no es una aberración, sino una opción.
A aquellos españoles que todavía tienen dignidad y que ven que esto no da para más y vamos, como dice el tango, cuesta abajo en la rodada, sugerirles que no participen de la mascarada, de la que con su voto se hacen cómplices. Reserváoslo para mejor ocasión, ocasión que no va a tardar en llegar.
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