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Falange Montañesa

UGT - CCOO: COSA NOSTRA

UGT - CCOO: COSA NOSTRA

Aunque alguna vez hemos tocado aquí el tema del sindicalismo “de clase”, volvemos sobre él para recordar a nuestros lectores dónde van parte de nuestros impuestos.

Los sindicatos “de clase” son probablemente el mejor invento del capitalismo para mantener a raya las posibles inquietudes y desazones que los trabajadores, que no clase trabajadora, pudieran tener. Ello, unido a la fórmula de comités de empresa y delegados sindicales, han causado más daño a los trabajadores que cualquier crisis por galopante que haya sido. Siempre será más fácil “convencer” a cinco que a cincuenta y muchísimo menos oneroso para el contratador, con las pocas excepciones que de justicia es reseñar.

Los sindicatos se han convertido en gigantescos monstruos de engullir presupuestos sin una finalidad clara o justificada; dependen absolutamente del Estado para sobrevivir, por lo que es muy difícil creer que puedan llegar a morder la mano de quien les da de comer y eso hace que no sean más que un eslabón de la cadena del control que los estados pseudo democráticos ejercen sobre sus súbditos.

Estos monstruos, con sedes inmensas en las mejores zonas de las ciudades, funcionan gracias al dinero que, sin querer, todos insuflamos vía subvenciones estatales en forma de asignación directa o enmascarada tras la pantomima de los cursillos y debido a la cohorte de funcionarios sindicales, más conocidos por “liberados”, que, cobrando sus nóminas de tal o cual empresa, apenas ponen los pies en ella.

Como defender a los trabajadores es aburrido y no renta, se dedican también a la política, las relaciones sociales, las internacionales y otras, en principio muy alejadas de lo que se supone es la representación y defensa de la “clase trabajadora”.

El sindicalismo de clase  está representado en España por esas dos asociaciones con ánimo de lucro llamadas Unión General de Trabajadores y Comisiones Obreras. Del primero ya hemos reseñado en otros artículos su papel en determinado período de nuestra historia como organización criminal que robó, expolió, secuestró, torturó y asesinó en sus propias checas, y no siempre a señoritos, sino también a honrados trabajadores que entendían el sindicalismo de otra manera o simplemente creían en Dios además de trabajar. A pesar de ello el nuevo régimen no tuvo empacho en inundarles de millones en metálico y en forma de patrimonio, supuestamente histórico y nunca explicado cómo, cuánto y porqué. Al segundo no le dio tiempo a dar pasaporte a nadie en la década de los treinta del siglo pasado, ya que nació a finales del franquismo de la mano de cristianos descontentos con el régimen, falangistas  antifranquistas, y del abyecto comunismo que era la mano que mecía la cuna para, oportunamente, hacerse con la dirección total del engendro. No obstante como no podían enriquecerse a base de supuesto patrimonio incautado, por motivos evidentes, no se cortan ni un pelo en pedir para sí lo que pudiera formar parte del patrimonio del sindicalismo vertical del régimen del General; y es que una cosa es el arroz y otra las angulas, y con el dinero no se juega.

Y, ¿cómo está la “clase trabajadora” 35 años después del triunfo de la democracia, de la libertad y de los “derechos sindicales”? Pues hecha unos zorros, con recortes continuos de derechos, amparados por estos supuestos defensores; haciendo frente a una competencia desleal por parte de mano de obra extranjera, traída con ese fin y jaleada por los supuestos defensores; sin otro horizonte que la precariedad y la incertidumbre, pero sin que disminuya el número de liberados ni de subvenciones.

Y qué decir de los métodos sindicales. Chicago años 30. Hoy, como ayer, la extorsión, la agresión y el matonismo; eufemismos como ese que dice “piquete informativo”, huelgas que rayan y sobrepasan el delito impune, coartando la libertad de las personas para ejercer su labor o para circular, cuando no agrediendo directamente, cosa que ya ha costado varias vidas, de las que nadie hace responsable a los sindicatos convocantes. ¿Cuándo se va aplicar aquello de “Prohibido fijar carteles. Responsable el anunciante”?

Un ejemplo reciente: En Santander las ramas de comercio de ambos sindicatos convocan una protesta frente a la Consejería de Industria para pedir la dimisión del Consejero por un motivo cuando menos menor, comparado con la ingente cantidad de motivos mayores por los que pedir dicha dimisión; hasta aquí el guión de siempre, justificar su existencia, a través de unos 50 liberados que no tenían otra cosa que hacer a las 12 horas de un viernes. Pero la novedad, se presentan media docena de estudiantes del Frente Nacional con pancartas concordantes en cuanto a la petición de dimisión del Consejero y, como es lógico, se les vinieron abajo los esquemas. Pero, ¿qué hacen estos aquí? Es que lo convocamos nosotros, es que el permiso lo hemos pedido nosotros, es que tenéis que quitar las pancartas, y, por último, asoma el verdadero pedigrí, “es mejor que os marchéis porque no garantizamos vuestra seguridad”; sólo les faltó decir que aquello era “cosa nostra”. Madrid 1936, ni más ni menos, claro y meridiano como aquel Vito Corleone diciendo que haría una proposición que no se podría rechazar, claro que Don Vito se regía por un cierto código de honor, y estos ni código ni honor. La indecencia junto a la ignorancia hacen un resultado temible.

Va siendo hora de que los españoles exijan que sus impuestos no deriven en el mantenimiento de estos parásitos; que se nutran de sus cuotas y que trabajen para el sindicato después de su jornada laboral o a tiempo completo si les paga el propio sindicato.

Es necesario, por otro lado, el fomento de un sindicalismo verdaderamente nacional que conjugue los intereses de todos los españoles, productores y empresarios, alejados y no contaminados por el poder político. Es necesaria una fiscalización de las cuentas y haberes de las organizaciones sindicales como paso previo a su independencia económica.

Así, podrán dedicarse a pleno pulmón a las consignas callejeras junto a los actores de la ceja, al apedreamiento de embajadas y a llevar banderas anticonstitucionales con pañuelito palestino incluido, aunque al bueno de Cándido casi no le da la vuelta al cuello, y es que el trabajo no le mata.

Por cierto el de la foto es nada más y nada menos que el bueno de Cándido cuando servía a la Patria en lugar de servirse de ella. Parece el auténtico hombre de Atapuerca, como ahora.

 

2 comentarios

Txiripitiflautiko -

Los sindicatos "oficiales" son unas simples burocracias paralelas totalmente prescindibles.

Adrian -

Muy buen artículo y totalmente deacuerdo con las propuestas respecto a como deben ser los sindicatos.