SANTANDER: EL TRIUNFO DE LO CUTRE
Acaba el verano, buen momento para hacer un somero balance del estado de nuestra ciudad.
En lo que al aspecto lúdico- festivo se refiere, nada nuevo, semana de Baños de Ola, con lo de siempre, monótonamente igual año tras año, pretendiendo groseramente rememorar un Santander del que ya nada queda, gracias en buena parte a la labor del actual equipo de gobierno municipal; eso sí, con el consiguiente sacadineros en forma de "mercado Tradicional", que es el mismo al que otras veces califican de "medieval" pero poniendo a los "mercaderes" distintos gorros; sonrojante.
La Semana Grande trajo la grata sorpresa del retorno de las ferias al Sardinero, tras años languideciendo en el polvo y barro de Rostrío. Precios desorbitados; habría que ver las tasas que les han exigido a los feriantes. Todo ello acompañado por los ya inevitables habitáculos en forma de casetas de madera donde, desde indios del Altiplano a diferentes "embajadores" del Africa negra, venden sus camisetas del reconocido asesino Guevara, gafas de marcas falsificadas o DVD's piratas.
Como el equipo de gobierno municipal no sabe vestir un santo sin desnudar otro vemos como los autobuses que aparcaban en el recinto ferial ahora lo hacen al lado, en plena Avenida de Pontejos, reduciendo sus cuatro carriles a dos y obstaculizando impunemente la visibilidad en los pasos de cebra con el consiguiente peligro. De todos modos nada espectacular estando acostumbrados a ver lo que ocurre en la zona con asiduidad y total impunidad.
Finalizadas las ferias ahora ocupa el lugar la ya tradicional Feria de las Naciones, otro sacacuartos con el que, con el cuento del multiculturalismo, algunos hacen el agosto entre cumbias, bachatas y otros "ritmos" tan ajenos a nosotros como la obligatoriedad del ayuno en el Ramadán. Y los pasos de cebra siguen tapados por los autobuses.
Pero las estrellas del verano han sido sin lugar a dudas las casetas de la Feria de Día. Artilugios de madera diseminados por las plazas santanderinas para hacer botellón en la calle legalmente. El ayuntamiento facilitando que los hosteleros hagan el agosto y nunca mejor dicho; ya se sabe, la crisis... Es una pena que no haga lo mismo con ganaderos, pescadores, albañiles, encofradores, etc.
Mientras, los toros que se lidian en el coso de Cuatro Caminos parecen los primos lejanos y pobres de los que las mismas ganaderías mandan a otras ferias, como Bilbao para no ir muy lejos.
En definitiva sacadineros, negocietes y mediocridad, insultante mediocridad que amenaza con superarse cada año y que ha hecho de lo hortera sus señas de identidad.
Y el arte... en la calle en forma de "boteradas" trasnochadas de un tal Manolo Valdés que llena el Paseo Marítimo con unos adefesios de mal gusto de los que Iñigo de La Serna ha dicho que era "una de las apuestas culturales más esperada". Si ya teníamos un infame Quijote en la Avenida Manuel García Lago, si ya teníamos un trozo de herrumbre sobrante de algún astillero frente a la entrada del hospital de referencia de la ciudad mientras la estatua del fundador y benefactor está oculta en algún recoveco del complejo hospitalario, si se colocó una estatua en memoria del Cardenal Herrera Oria digna de haber sido hecha por su peor enemigo, si se dedican monumentos a profesiones tan particulares como las de sardinera o quesera, si se reforman plazas con resultados desoladores como Farolas, Velarde o la del Generalísimo, que promete superar a todas en ordinariez, para qué queremos más arte "importado". Ya que D. Iñigo parece ser que ha pedido opinión a su consejo cultural para colocar una estatua donde más o menos se situaba la del Caudillo no queremos dejar pasar la ocasión para proponerle que, siguiendo con la tradición de las profesiones de enjundia y dada la situación frente a la Cuesta del Hospital y Calle San Pedro, lugares donde generaciones de santanderinos y no santanderinos desahogaban sus pasiones sin tener que ir a Bilbao como nuestro Presidente regional, dedique dicha estatua a la profesión de meretriz, parco de falda y con escote generoso; estamos seguros que no desentonará con lo que apunta la renovada plaza, máxime cuando detrás sigue estando el Ayuntamiento.
Aceras que sirven para aterrizar aviones de gran tonelaje pero que suprimen cientos de aparcamientos, con el consiguiente negocio que supondrán los parking privados que los santanderinos se verán obligados a reclamar; alguna acera es la cuarta vez que es levantada este año: Carril bici con curvas en ángulo recto junto a la calzada, cruzando pasos de cebra. suponemos que ahora se obligará a los ciclistas a tener su correspondiente seguro obligatorio, pasar revisiones de su vehículo, respetar los límites de velocidad, pasar controles de alcoholemia y pagar su correspondiente Impuesto de Circulación que incida en la rebaja del de los coches, cada vez con menos espacios para circular y aparcar.
En fin, que mejor lo dejamos aquí porque acaba uno encabronándose y todavía no ha acabado el verano. Habrá que pensar en ir comprando alguna pequeña casa en lo más alto de Valderredible para poder pasar el tiempo libre y la vejez lejos de tanta medianía y mal gusto.
2 comentarios
orgullodebricia -
Otro ejemplo, ¿has visto para que ha servido dejar la Plaza de Velarde como un solar peatonal? Pues para que los hosteleros, que parecen gozar de una relación especial con el Alcalde, planten allí sus mesas y sillas en una gran terraza, a lo largo de toda la fachada del edificio de Cajacantabria, que parece que ha dejado de ser banco para pasar a ser bar; sencillamente escandaloso.
galizano -