DOS IGUALES PARA HOY
Ya tenemos nuevo culebrón igualitario-gilipollas. Si hace un par de años era una aspirante a Miss que haciendo trampa se presentó a un concurso de belleza siendo descalificada, la que puso el grito en el cielo, bueno en el cielo no, que como buena comunista no cree en esas cosas, la que puso el grito donde lo pongan los seguidores de Stalin, causando el consabido terremoto mediático hasta el punto de que se cambiaron las normas del concurso, interviniendo en el asunto presidentes, ministros y hasta el cuentacuentos mayor de la región. La señorita en cuestión, ahora señora, ganó más dinero en presencias televisivas que lo que pudo haber ganado la vencedora del concurso, que dicho sea de paso quedó como la madrastra de Cenicienta. Puestos a divagar, me pregunto porqué no pueden concursar las mujeres operadas estéticamente; es una discriminación absoluta, máxime cuando es público y notorio que las madres recientes adquieren una belleza especial y particular, según se dice.
Ahora, como no hay otra cosa que hacer que ir de safari a Africa y hacerse fotos con polígamos, las ministras ya tienen nueva cruzada. La gallega María Victoria Piñeiro, timonel de una de las embarcaciones de la Sociedad de Remo Astillero, no puede competir oficialmente por el hecho de ser mujer. ¿Acaso no hay categoría femenina en la disciplina de ocho con? ¿si no la hay porqué no se crea? Si no hay mujeres interesadas para crearla, ¿porqué hay que cambiar todo el reglamento, nacional e internacional, para capricho de una sola persona? ¿Dónde estará el límite? ¿ cincuenta por ciento de remeros, mujeres? Y ya tenemos ensalada mediática, que por un asunto de tanta relevancia si hay que cambiar la Ley se cambia, pero la de EPC no se toca así objeten 300.000 familias.
Podemos también plantearnos que con 25 años un deportista pueda jugar las competiciones oficiales de alevines; no se le puede discriminar por razón de edad.
En pos de acabar con la “desigualdad” se deberían abolir las categorías por razón de sexo, edad o estado de salud; una sola categoría donde compitan en igualdad de reglas hombres, mujeres, niños y discapacitados y que Dios o el padrecito Stalin repartan suerte.
Me viene a la cabeza que si se convoca un concurso para ver quién la tiene más larga, con perdón, no faltará alguna que pondrá el grito en el cielo porque no la dejan concursar y ahí estarán la Pajín, la Anido, el Citroen y el Cuentacuentos para convertirse en paladines de la igualdad.
En fin, hay algo que une a hombres y mujeres en esa igualdad, que no por más idílica es menos falsa, y es el cretinismo, la estupidez y la indigencia moral; no distinguen por cuestiones de raza, sexo o religión.
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